Espacio de reparación

Los caminos de las violencias que afrontan las mujeres han de ser, necesariamente, caminos de recuperación y de sanación transformadora. Necesitamos con urgencia visibilizar las capacidades y recursos de las mujeres para volver a tejer sus propias vidas después de una agresión. A su lado, y acompañándolas, la responsabilidad está en el resto de la sociedad, en su entorno personal, social, su comunidad, las redes y movimientos de mujeres, así como la aún precaria red de profesionales especializadas.

El ‘Espacio de reparación’ que hemos creado al final de la exposición es un lugar de refugio, una parada necesaria para tomar distancia del dolor y del daño y conectar con lo emocional y la esperanza. Las mujeres cuyas vivencias forman esta exposición han participado de manera activa en dar forma a este espacio, siendo las primeras en confeccionar nuevos patrones que contribuyan a una sociedad libre de violencias machistas y donde la sexualidad sea un camino de autonomía y reflexión para todas las personas. Te invitamos a detenerte dentro de él, a descansar, escuchar, respirar, reflexionar y participar también en esta confección colectiva de nuevos patrones.

Esta experiencia –esta exposición– es un hilo que mantiene unidas las historias y el dolor de las mujeres víctimas de la cultura de la violación. El lento proceso de costura de sus propias heridas se convierte, entre estos paneles, y con la esperanza de un nuevo patronaje por parte de toda la sociedad, en parte de un rito de curación y reparación.

«Somos Mujeres»

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Miradnos. Somos la luz de nuestra propia sombra, el reflejo de la carne que nos ha acompañado, la fuerza que impulsa a las olas más minúsculas.

Somos el azar de lo oportuno, la paz que termina con las guerras ajenas, dos rodillas arañadas que resisten con valentía.

Miradnos. Decidimos cambiar la dirección del puño porque nosotras no nos defendemos: nosotras luchamos.

Miradnos. Somos, también, dolor, somos miedo, somos un tropiezo fruto de la zancadilla de otro que pretende marcar un camino que no existe. Somos, también, una espalda torcida, una mirada maltratada, una piel obligada, pero la misma mano que alzamos abre todas las puertas, la misma boca con la que negamos hace que el mundo avance, y somos las únicas capaces de enseñar a un pájaro a volar.

Miradnos. Somos música, inabarcables, invencibles, incontenibles, inhabitables, luz en un lugar que aún no es capaz de abarcarnos, vencernos, contenernos, habitarnos, porque la belleza siempre cegó los ojos de aquel que no sabía mirar.

Nuestro animal es una bestia indomable que dormía tranquila hasta que decidisteis abrirle los ojos con vuestros palos, con vuestros insultos, con este desprecio que, oídnos: no aceptamos.

Miradnos. Porque yo lo he visto en nuestros ojos, lo he visto cuando nos reconocemos humanas en esta selva que no siempre nos comprende pero que hemos conquistado.

He visto en nosotras la armonía de la vida y de la muerte, la quietud del cielo y del suelo, la unión del comienzo y del fin, el fuego de la nieve y la madera, la libertad del sí y el no, el valor de quien llega y quien se va, el don de quien puede y lo consigue.

Miradnos, y nunca olvidéis que el universo y la luz salen de nuestras piernas.

Porque un mundo sin mujeres no es más que un mundo vacío y a oscuras. Y nosotras estamos aquí para despertaros y encender la mecha.

Autora: Elvira sastre

Sin título

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Que tú cuerpo no se convierta en tú cárcel

que la culpa no se convierta en tú iglesia

que la compasión por ti no se convierta en lástima

que la voz del miedo no sea la respuesta.

Autoría: Rosa Chávez

“Antes de que te lo enseñen por ahí»

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Antes de que te lo enseñen por ahí

te lo voy a explicar yo

-me dijo-

mientras abría mi cama.

Ya no recuerdo cuántos años tenía entonces,

si era joven o vieja.

Sólo recuerdo el asco

arrastrándose dedo tras dedo

por las manos de todos los hombres

-por mis propias manos-

Por favor, pasen sin tocar, pasen pasen.

Hasta que un día encerré el dolor en un frasco

le puse al asco tu cara

y cerré la tapa.

Cuando abrí los ojos habías desaparecido

y por fin pude besar

los ansiolíticos dedos de mi amante.

Autora: Miriam Reyes

Libro: Bella durmiente

Editorial: Hiperion

«La memoria»

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Existen miles de historias

no contadas.

No es casual.

No se olvidaron

en un autobús destino a un barrio obrero,

ni se vendieron al mejor postor

en una subasta de recuerdos.

No se perdieron

por azar en la última mudanza

entre regímenes políticos,

ni siguen tendidas al viento

en el tendal oxidado de una casa deshabitada…

Son un sinfín de historias

de violencia

y supervivencia.

Son un sinfín de historias

de mujeres

de brujas quemadas en la hoguera

de locas, histéricas, embarazadas, adúlteras, peligrosas

de mujeres de preso, de fusilado, de desaparecido

de escritoras, artistas, ingenieras, madres, prostitutas

Son historias de mujeres

encerradas

en la cárcel,

en el manicomio,

en la casa.

Cada vez que alguien narra

una de estas historias

alrededor de una hoguera

en el sótano de una librería de viejo

o en una calle bajo un portal con el número 5

siento una punzada en el pecho

se me enciende la impotencia

y grito toda la memoria histórica

que me ha sido negada

hasta que

salta un cordón

del ojal del corsé

de mis ancestras.

Entonces

puedo verlas

como una hilera de cuerpos

que se dan la mano

y sonríen

victoriosas

mientras me recitan

al unísono:

María, acuérdate de recordar.

Autora: María Monjas

Libro: Esto que nos pasa cuando estamos juntas

Editorial: Libros en acción

“Consejos para la mujer fuerte»

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Si eres una mujer fuerte

protégete de las alimañas que querrán

almorzar tu corazón.

Ellas usan todos los disfraces de los carnavales de la tierra:

se visten como culpas, como oportunidades, como precios que hay que pagar.

Te hurgan el alma; meten el barreno de sus miradas o sus llantos

hasta lo más profundo del magma de tu esencia

no para alumbrarse con tu fuego

sino para apagar la pasión

la erudición de tus fantasías.

Si eres una mujer fuerte

tienes que saber que el aire que te nutre

acarrea también parásitos, moscardones,

menudos insectos que buscarán alojarse en tu sangre

y nutrirse de cuanto es sólido y grande en ti.

No pierdas la compasión, pero témele a cuanto conduzca

a negarte la palabra, a esconder quién eres,

lo que te obligue a ablandarte

y te prometa un reino terrestre a cambio

de la sonrisa complaciente.

Si eres una mujer fuerte

prepárate para la batalla:

aprende a estar sola

a dormir en la más absoluta oscuridad sin miedo

a que nadie te tire sogas cuando ruja la tormenta

a nadar contra corriente.

Entrénate en los oficios de la reflexión y el intelecto.

Lee, hazte el amor a ti misma, construye tu castillo

rodealo de fosos profundos

pero hazle anchas puertas y ventanas.

Es menester que cultives enormes amistades

que quienes te rodean y quieran sepan lo que eres

que te hagas un círculo de hogueras y enciendas en el centro de tu habitación

una estufa siempre ardiente donde se mantenga el hervor de tus sueños.

Si eres una mujer fuerte

protégete con palabras y árboles

e invoca la memoria de mujeres antiguas.

Has de saber que eres un campo magnético

hacia el que viajarán aullando los clavos herrumbrados

y el óxido mortal de todos los naufragios.

Ampara, pero amparate primero.

Guarda las distancias.

Constrúyete. Cuídate.

Atesora tu poder.

Defiéndelo.

Hazlo por ti.

Te lo pido en nombre de todas nosotras.

Autora: Gioconda Belli

Libro: Rebeliones y revelaciones

Editorial: Txalaparta

«No te quejes»

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Las cosas ya no son como antes.

No te quejes, mujer.

Ya hablas de igualdad en las calles, de sexo en los bares, de cuidados en casa, de amor que no duele, ya vas vestida como quieres.

¿Qué más quieres?

Ya te masturbas, y lo dices.

Ya menstruas, y lo dices.

Ya hay violencia, y la señalas.

Ya estás mucho más calmada.

Ganas casi lo mismo.

Limpias casi lo mismo.

Lloras casi lo mismo.

Ya la hija, la prima, la hermana

camina sin ser cuestionada.

(salvo un día, anecdótico)

Ya la novia, la esposa, la mujer

sale con sus amigas y él no se enfada.

(hubo un día, anecdótico)

Ya la compañera de trabajo concilia, da el pecho, no se siente acosada.

Ya hay murales, libros, un montón poemas y canciones.

¿Qué más quieres?

No te quejes, mujer.

Ya tienes un novio que te ama y no te pega.

Ya sales de casa y nadie te piropea.

Ya en los colegios hay charlas.

Ya nadie te llama guarra – bueno, aquel señor – pero en general ya nadie te agrede.

Ya eres libre. Ya estás empoderada.

¿Qué más quieres?

Si te hemos dejado que hables, si te hemos dejado que bailes.

Si ya te estamos escuchando.

[No estás sola. Yo sí te creo. Si nos tocan a una, nos tocan a todas. No es No, lo demás es violación. Sola o borracha quiero llegar a casa. No estamos todas, faltan las asesinadas. No es un caso aislado, se llama patriarcado.]

Pero ahora, ¿Quién nos habla?

Sí me quejo porque he dejado de ponerme el vestido que tanto me gustaba, por si acaso, que es muy corto, ando por la calle acojonada, no siempre, algún día me miran y en el metro ayer me levantaron la falda, me he negado a pedir un aumento, no van a creer lo que les cuento, a mí me cuidan mis amigas no/creo que salga de fiesta, no me sentí acosada al menos aquel día, los pinchazos en las discotecas a mí no me han tocado, pero agarro mi copa muy fuerte, de la mano a mi amiga muy fuerte, las llaves en la mano muy fuerte, los portazos suenan muy fuertes, sonrío entre dientes. Me quejo aunque me sienta arropada porque no dejas de hablar en nuestro nombre.

La lucha la hicimos nosotras.

Ahora urge un cambio de mirada: de la mujer a los hombres.

De la víctima, al agresor.

De la de la falda corta, al violador.

Miro los recursos, mis referentes, a mi hermanas, la calle morada.

Podría haber evitado el callejón,

no dijo claro que no.

No te quejes, mujer.

Y entre todo ese ruido yo busco mi voz, mi punto de vista, mi verdad.

Nos hemos protegido, nos hemos organizado, hemos hecho pancartas, corrido, cantado.

¿Dónde estabas tú?

¿Diciéndome que no me quejara o ampliando la mirada?

Urge un cambio de foco.

Parece que se nos olvida.

Que por mucho que ella denuncie, que alguien me crea, que yo me alarme.

Que cambie de acera, que proteja a mi amiga, que no vuelva sola del baile.

Nada cambia, si no hay algo distinto.

Sin educación, prevención y reparto de cuidados.

Por mucho que deje de quejarme,

nada cambia

si no dejas de violarme.

Autora: Alejandra Martínez de Miguel

Poema creado para el 25N de 2022.